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Manuel Rosety

Sportingmania

Un ridículo de alto coste

La Ruta de El Molinón, que tanta parafernalia enseñó en fotos y maquetas, no hará la obra del vetusto estadio gijonés. Después de más de dos años de hacer el más espantoso de los ridículos, denunciados reiteradamente en este blog, el Ayuntamiento decide meter mano en el asunto. ¡A buenas horas, mangas verdes!

El primer paso de los ediles responsables fue anunciar la rescisión del contrato con la Ruta de El Molinón, empresa creada sólo para este fin, hacer unas obras y sufragarlas con el alquiler de los bajos del campo, rentabilizado durante 40 años. Los tres millones de euros para la partida inicial era una propuesta poco creíble. El incremento a los ocho millones tampoco se veía viable, menos en el Ayuntamiento, desde donde se fijó como objetivo hacer una obra, aunque fuera con una empresa desconocida, con el único requisito de no poner un duro.

Ya de por sí era raro que los empresarios de Gijón no quisieran meterse en este negocio. Pero el problema está ahí. La Ruta de El Molinón, pese a llevar casi cuatro meses con las obras paradas, no va a dejar que se le rescinda el contrato sin cobrar lo que invirtió. Eso dice. La constructora Cisa, que tiene cuatro operarios en una garita modular jugando al tute de lunes a viernes y 9 a 1 y de 4 a 7, reclama a la Ruta un millón de euros, por lo que no abandona su puesto de ‘trabajo’.

El circo jurídico que tendrán a tres bandas tal vez acabe con algún coste económico, que se sumará a la larga lista de desaciertos que dejan en evidencia a los responsables municipales, incluida la recomendada y desaparecida Susana de la Rubia, colocada por el Ayuntamiento al frente de la gerencia de la Ruta de El Molinón, no se sabe con qué fin. Tal vez era para quitarla de en medio en el negocio de la talasoterapia, también con espectaculares retrasos.

Si se hubieran hecho las cosas desde el primer momento con fines profesionales, lo que hubiera obligado a hacer alguna inversión económica, se hubiera evitado este ridículo y otro gasto, que será mayor. La obra va a salirse de madre, en comparación con lo que se había previsto, salvo que no se haga lo programado.

Aún hay tiempo de pensar en el derribo de grada por grada o de hacer un campo nuevo. Puede ser en el aparcamiento contiguo, con una planificación de bajos para comercializar y rentabilizar. Pero eso no se va a hacer. La señora alcaldesa no quiere. Así de claro. Aunque lo que el Ayuntamiento se va a gastar ahora será más de lo previsto, menos funcional y, a la larga, más caro.

Da la sensación de que el Ayuntamiento utiliza El Molinón como una parte del Monopoly gijonés. Y, mientras, el Sporting jugándose la continuidad de seguir en Primera, con un campo en un estado lamentable y que causa sensación negativa a todos los visitantes. Si se logra el objetivo, ya estoy viendo la foto. Pero nadie tiene la decencia de admitir el error. En política no se lleva. Eso, los responsables, los que mandan, aunque los que no mandan y están en la oposición no saben por dónde les da el viento en este tema. Están todos para callar. Menos el Sporting, que prefiere no decir nada, y el sportinguismo, que lo sufre.

En condiciones normales, este ridículo tendría que tener un coste político. Y alto. Pero no pasará nada. La culpa es de la mala suerte. O del empedrado. Alguno se la echará al Sporting, por subir.

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El universo rojiblanco tal y como lo vive su principal cronista


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