El Sporting crece en la Secretaría Técnica. La máxima categoría exige una mayor dedicación que la que pueden abarcar Emilio de Dios y José Manuel Pernía. El club le da la alternativa a un hombre de la casa, como es Raúl Lozano.
Aunque nacido en Salamanca, su paso por Gijón lo cautivó. Debutó con Acebal y realizó dos buenas campañas. La llegada de Marcelino lo relegó a un segundo plano y tuvo que marcharse. Dominaba el vestuario y eso no gustaba. Estuvo en Almería. Luego en Orihuela y Ourense, para acabar en el Guijuelo, al lado de casa. Pero desde todos sus destinos seguía al Sporting, sin dejar los lazos de amistad que labró en su etapa de jugador rojiblanco.
Su fichaje fue recomendado por el desaparecido Tati Valdés, cuando lo observó en un partido de promoción del filial salmantino contra el Navia. Debutó en el Cerro del Espino, en una fría tarde en la que un gol de Alberto decantó para los gijoneses la balanza en un partido bronco, en el que al minuto de juego vio la primera tarjeta. En Oviedo fue el autor de un gol que marcó una época en la que la supremacía asturiana empezó a cambiar drásticamente.
Hoy vuelve al Sporting, en otra faceta. Es un hombre de la casa. Bienvenido y buena suerte. Que seguro que la tendrá.