El previsible traspaso de Villa se está convirtiendo en un culebrón que supera todos los anteriores. No recuerdo un interés tan múltiple por un futbolista con unas cantidades tan desorbitadas.

Al Sporting le interesa que Villa se vaya al extranjero. En este caso, el club gijonés cobraría una cantidad de unos tres millones en concepto de promoción del futbolista. Si se va a un equipo español no cobrará nada. Parece que el Chelsea y el Manchester United entraron en danza en las últimas horas o los ha metido el Valencia, vayan ustedes a saber, aunque estas cosas suelen pasar cuando un presidente telegrafía sus intenciones de fichar. Así es como el Real Madrid y el Barcelona suelen pagar más caro.

En lo que al canon de formación se refiere, la desventaja del Sporting es que Villa prefiere seguir en España. Su ideal es el Real Madrid. El sábado por la mañana, su mujer llamó a sus amigas de Gijón con una gran alegría, porque había logrado su deseo de fichar por el club madridista. Luego parece ser que entre el presidente del Valencia y los emisarios del señor Pérez lo estropearon.

En el Sporting se busca la forma de actuar de forma diferente, porque cualquier indiscreción de paga cara. Ahí está el caso de De las Cuevas, ahora querido por un buen número de equipos, o de Juan Pablo, a quien el Numancia quiere ponerle un freno. La ventaja de los rojiblancos es que los jugadores quieren venir a Gijón.

Vega-Arango tiene casi atado un fichaje, pero no suelta prenda, ni permite que los intermediarios se vayan del pico. Ni da una pista. Es entendible. Si trasciende el nombre del jugador medio amarrado el valor se elevará o entrarán en danza competidores con más fuerza. O se estropea. El presidente rojiblanco tiene la experiencia de cuando fichó a Valdano, que estaba en el Zaragoza. Se le escapó por un simple comentario, aparentemente intrascendente, de una persona de su confianza.

La imagen contraria de Vega-Arango es ahora las de Florentino Pérez y Laporta, capaces de hablar hasta en Radio Taxi. Su potencia económica les permite vocear a los cuatro vientos a quien quieren, pero los humildes deben ser silenciosos, aunque no siempre pueden lograr su objetivo.