Mareo vuelve a ser Mareo. Rueda el balón, Preciado da voces, la mareona se deja notar y se recupera la normalidad. Todo está preparado para una temporada que se espera sea más tranquila que la anterior.
Habrá que esperar el desenlace de las pruebas, aunque las primeras no ofrecerán una base para hacerse una idea. El míster va a dar más importancia a los entrenamientos qu a los partidos. Esto quiere decir que algunos de los encuentros van a afrontarse con una fuerte carga de trabajo matinal, sin posibilidades de dar un rendimiento competicional. Son las modas y costumbres actuales. Recuerdo una pretemporada en la que García Remón no dio importancia a una derrota en Siero en una jornada con dos entrenamientos previos. Entonces se veían las cosas de otro modo y perder en la Pola era poco menos que dramático. Incluso se veía mal no ganar por goleada.
De todas formas, la imagen de los amistosos y los resultados tienen cierta repercusión, por aquello de levantar los ánimos en la afición. La verdadera medida se apreciará en Vigo y Salamanca. Hasta entonces queda mucho que correr y trabajar.
Cayó el primero. Le tocó a Carmelo. Rotura de fibras. No hay problema de sustitutos. Está Kike Mateo y De las Cuevas. Peor es la plaza de Diego Castro, sin sustituto. O el lateral derecho, sólo con Sastre y Pedro Orfila. Según el cuadro técnico gijonés, el chaval de Luanco va a ser la revelación. Me gustaría que Emilio de Dios y Preciado acertasen. El chaval tiene una ilusión extraordinaria. Si le toca la alternativa va a tener que lidiar auténticos miuras, en una competición en la que se mueven los Cristiano Ronaldo, Messi, Henry, Simao, Silva y demás. Hablamos de fútbol profesional en la mejor Liga del mundo. Convendría no olvidarlo. Sobre todo los que tienen en la mano el mango de la sartén.