Estamos en pretemporada. Sólo son pruebas. No hay que darle más importancia a los resultados. Son los argumentos para la galería, pero la procesión va por dentro. La pretemporada es igual para el Sporting que para el Racing, el que en Barreda ganó a un conjunto rojiblanco desesperado y desesperante. Hasta los chavales del conjunto montañés que salieron mediado el segundo tiempo, con numeraciones por encima del 25, o sea, aficionados del equipo de Tercera, dieron buena cuenta de los rojiblancos.
Me preocupa el empecinamiento del cuadro técnico con el refuerzo para el lateral derecho, que a la potencia de Gregory ya se le vean unas deficiencias por bajo que son alarmantes, que en el centro del campo no haya sentido, que Rivera sea un jugador de diez minutos y que la delantera no sea capaz de crear una ocasión de gol. Me preocupan las estupideces de las expulsiones. La de Bilic fue inocente en Astorga, pero la de Barral resultó una prepotencia absurda, como otras muchas que hay en este Real Club.
Me preocupa la falta de sentido para salir con el balón en jugada. Y me preocupa que este desastre se vea como algo normal, porque es pretemporada. Sin embargo, las caras de Vega-Arango y de Emilio de Dios en el palco del campo de Solvay, en Barreda, eran significantes. Lo ven venir. El problema es que sólo ellos pueden solucionarlo.