El próximo domingo viene el Oviedo a El Molinón para enfrentarse al filial del Sporting. Aunque el segundo equipo gijonés juega habitualmente en Mareo, entre el señorío de Vega-Arango y las recomendaciones policiales, por aquello del mejor control en aspectos de seguridad, el partido se traslada a la vera del Piles.

El partido está cargado de rivalidad, aunque en Gijón no se vea con tanto interés como en la capital. No es lo mismo un primer equipo que un filial. Además, en el seno ovetense hay algo más que rivalidad, a juzgar por la actitud que exteriorizan algunos de sus dirigentes, a la que se sumaron algunos jugadores, con aspecto de rabia incontenida.

Cuando Jairo regresó al Oviedo, el que manda, no el presidente, ya avisó que el avilesino iría a cualquier sitio, menos al Sporting. La liquidación del último Trofeo Principado, que asciende a 9.000 euros, sigue sin abonarse desde hace más de dos años, sin que Vega-Arango haya vuelto a reclamarla. En la última visita a El Molión, los dirigentes azules ya no se atrevieron a venir al palco.

Las misivas de Aulestia y Curro en el balcón del Ayuntamiento de don Gabino aún están en la memoria. Si por coherencia fuera, la mayoría de sus dirigentes, así como los dos jugadores implicados en la causa populista no traspasarían los límites del Nora en dirección al Norte. Digo esto sólo en el caso de que tuvieran coherencia.

Buscar excusas con el argumento de que la conducta de los jugadores citados es un caso puntual no cuela. El mismo portero vasco insultó a la TPA que ahora le paga buenos dividendos al Oviedo y le da todos los partidos, aunque con unas cuotas de audiencia que son similares al 10% de cuando se da el Sporting. El domingo ya verán como les aumenta el nivel. Les cuento un secreto. En la radio pública evitan nombrar al portero del Oviedo, con el deseo de se vaya cuanto antes y que fichen con más categoría.

De todas formas, Gijón es una ciudad hospitalaria y acogedora. El que venga será bien recibido.