Se acabó el derbi. El gol de Carlinos, al que habrá que empezar a llamar Carlones, desniveló un partido con un gol que superó a Aulestia. El portero visitante reclamaba algo, en una jugada clara. Tal vez quería esconder la impotencia del tanto recibido.
El equipo de Abelardo mereció un margen más amplio de goles a favor, por el juego desarrollado en el tapete de El Molinón. Los gijoneses fueron más contundentes, tuvieron más ilusión, dejaron constancia de ser más equipo y ofrecieron un estilo defensivo que acabó con las ilusiones de un rival que rayó la decepción, pese a tener en sus filas jugadores con experiencia en categorías superiores. Por lo visto, el Oviedo tiene un problema con este equipo, pero allá sus dirigentes, que no estuvieron en el palco, como ya tenían programado. Tal vez para que no les reclamasen los 9.000 euros que todavía le deben al Sporting desde hace más de dos años. No se les echó de menos.
El Molinón tuvo un entradón, con un ambiente excepcional, que disfrutó del extraordinario partido de los rojiblancos. Y ayer, sábado, los alevines también ganaron en el Requexón. Fue un buen fin de semana.