El Espanyol repitió actuación en El Molinón. Fue casi como en abril, pero esta vez había defensa y portero. Lo mejor, la victoria. Fueron tres puntos sensacionales.
Del juego hay poco que resaltar. El balón quemaba. Imposible dar tres pases seguidos. Increíble tanta pérdida-regalo del esférico. Los cambios tardaron en llegar. Me parece que hubiera sido necesario sacar antes a Diego Camacho para frenar la salida del Espanyol desde su zona. Qué comodidad tuvieron Verdú, primero, y De la Peña, después.
Puede que este tipo de partidos sean los que el año pasado se perdían y este año se ganan. También es un mérito ganar y no estar a la altura, con tanto nerviosismo. Se echó de menos a Míchel, como es habitual cuando uno no juega y las cosas no salen como se espera, aunque ahora encaja muy bien aquello de que el primer espectáculo es la victoria. Respiramos.