Toca volver a Zorrilla. Parece que no hay excesiva animación en la afición rojiblanca, pese a que unas 30 peñas anunciaron viajes, si bien no todos van en autocar. Algunas se trasladan en dos coches. Las palabras del presidente Carlos Suárez y la petición de los hosteleros pucelanos no tuvieron la repercusión esperada en la capital castellana.
Hay aficionados rojiblancos a los que no les gustó el trato recibido en la campaña anterior, por lo que vetaron, al menos por esta temporada, a algunos destinos. Valladolid es uno de ellos. Otro es Bilbao, donde esta temporada hubo menos seguidores sportinguistas que en la anterior y queda Santander, donde también el comportamiento fue extraño con los rojiblancos. En este caso, sólo el carisma de Revilla puede cambiarlo todo.
El partido va a ser complicado. El Valladolid está en una situación menos cómoda que el Sporting, con sólo un punto de ventaja sobre el descenso. El conjunto de Mendilíbar ganó únicamente dos partidos. Fueron ante el Deportivo, en Zorrilla, y en Zaragoza. Me cuentan que su defensa es bastante inestable y que la afición pucelana no hace mucho por su equipo. Vamos, que no se parece en nada a la mareona.
Sin embargo, el Sporting va a encontrar en el campo un ambiente poco favorable, por mucho que digan el presidente y los hosteleros de la capital castellana. Da la sensación de que la herida abierta en el pasado mayo no está cicatrizada, ni en Asturias, ni en un sector de la afición del Valladolid, pese a la mano que le tendió Vega-Arango. Y Ricardo Álvarez, el presidente de los hosteleros de Gijón, que serían perjudicados con el éxodo de la afición rojiblanca a otra ciudad el fin de semana.
Es una pena, porque Valladolid es un destino muy agradable para pasar un fin de semana, con el fútbol como disculpa y disfrutar como antaño, con hermanamientos, en los que tomó parte el actual presidente pucelano, la alcaldesa de Gijón y el alcalde de valladolid.