Quién iba a decir allá por el mes de agosto que el primer domingo de abril podría estar certificada la permanencia. Pues eso puede suceder, aunque no matemáticamente, si el Sporting gana el domingo al Xerez.

Llega el colista, pero, mucho cuidado, que de vitola de colista tiene muy poco. Casi nada. En sus últimos seis partidos sumó once puntos y sólo perdió en Villarreal. Sorprendió al Málaga en La Rosaleda y se cargó a Jiménez con un empate de lunes en el Sánchez Pizjuán. Cierto es que cuando está el último debe ser por algo, pero la línea más reciente provoca desconfianza. Tal vez la mano de Gorosito haya tenido un efecto especial de revulsivo. Así lo ven en Jerez con el delantero Bermejo, el centrocampista Víctor Sánchez y el central Gioda. El otro delantero es el ex rojiblanco Míchel, que vino cedido del Rayo. Hasta ahora jugaba poco. En cualquier caso, Preciado es el primero en no fiarse de que viene un colista.

Si en temporadas anteriores se fijaba el límite de la permanencia en 42 puntos, cifra con la que en la pasada campaña bajó el Betis, las cuentas de la actual tienen el listón más bajo. Suele suceder cuando los de arriba suman más que en otras ocasiones.

Hay mucha confianza en que por El Molinón tienen que pasar los tres últimos y de forma consecutiva. Me parece una teoría que es un arma de doble filo, porque Xerez, Tenerife y Valladolid están pensando que su salvación pasa por ganar en el campo gijonés. También parece complicado pensar que un Xerez, que ganó cinco partidos en lo que va de competición, vaya a sumar de tres en tres en más de la mitad de los nueve encuentros que faltan por disputarse, pendiente de jugar contra el Barcelona y el Valencia. El Valladolid sólo ganó cuatro encuentros y el Tenerife, seis. O sea, que tienen que ganar más de los que llevan ganado hasta ahora. Complicado.

Pero la realidad próxima son los tres puntos del domingo. Creo que puede ser el partido de la permanencia, pero para ello hay que afrontarlo con una fuerte mentalización. En el césped y en la grada.

PD.: Sentí envidia sana en la visita al Cornellá-El Prat. La ubicación no es bonita, colindando con un polígono industrial, al lado de la autovía que va al aeropuerto. Un campo extraordinario, contadas unas prestaciones que se merecen la nota de sobresaliente. Mientras, aquí hay dudas que para empezar la próxima temporada estén terminadas las obras en la zona alta de la tribuna Oeste. El Ayuntamiento asumió un reto que me gustaría que se cumpliera escrupulosamente en los plazos anunciados. Nos vendría bien a todos.