Faltan quince puntos por disputarse y el Sporting tiene cinco de ventaja sobre el Tenerife, que marca la tercera posición de descenso. El colchón es aceptable y seguro que en agosto lo hubiéramos firmado todos, pero la dinámica del equipo en las últimas jornadas y el efecto sicológico que queda como residuo del recuerdo de la pasada temporada, con un final agónico, despierta la incertidumbre.

Estamos en una semana importante, porque ganar al Valladolid significaría un paso de gigante para consolidar una permanencia que ya podía estar asegurada sin tanto tropiezo reciente e inesperado. El calendario que tienen el resto de rivales es bastante complicado, pero parece que el optimismo no es algo que se practique mucho por estas latitudes, mientras que en otros lugares piensan en milagros. En Valladolid, por ejemplo, están convencidos de que si ganan en Gijón se mantendrán en Primera.

En buena lógica, el Sporting debe imponer su superioridad ante los pucelanos. Por una parte, porque la clasificación indica que los rojiblancos son mejores. Ya lo fueron en la primera vuelta, pero un exceso de ambición mal entendida y la falta de puntería impidieron sumar en Zorrilla. El ambiente va a ser extraordinario, de los inigualables en el mundo del fútbol. Sería fenomenal repetir el gesto de alegría de Barral y Bilic que se aprecia en la fotografía de Joaquín Bilbao en la visita a Zorrilla de la pasada temporada, que resultó determinante, entre otras cosas, por la dejadez del Barcelona y del Real Madrid que liberó a Osasuna.

Sería bueno dejar que la tranquilidad se mantenga en el ambiente de trabajo de los artistas. Ayer, en Mareo, hubo algún espectador que se dedicó a criticar en voz alta a los jugadores, con ánimo de molestar y con poco estilo. Las censuras son admitidas, pero no son lógicas dentro del mismo centro de trabajo, salvo que ese ‘buen’ aficionado quiera estar cerca del campo para tocar las pelotas, cuando al fútbol se juega con balones.

Está claro que la dinámica del equipo en las últimas semanas tiene muchos puntos de censura y motivos para que se quejen los sportinguistas, pero primero está la permanencia. Querer cargarse ahora a Preciado o a determinados jugadores no es apropiado. Cuando la clasificación esté decidida, será cuando cada palo deberá aguantar su vela.