Me cuentan desde Valladolid que hay una euforia desmedida, aunque se observa más en el entorno próximo que en el seno del club pucelano y, sobre todo, en determinados medios de comunicación de la capital castellana, ante el viaje del equipo blanquivioleta a Gijón. Algunos están quemaditos con la falta de aforo en El Molinón y con el precio de las entradas a 50 euros. Quizás no recuerden que son 25 euros más baratas que las que 4.000 aficionados rojiblancos pagaron hace casi un año en Zorrilla, donde se llegó a decir que no se les quería. Y hay quien presume que en este viaje parará en Oviedo, porque es de derechas. También a orillas del Pisuerga hay genios, aunque su equipo no esté para tirar voladores.

En el Sporting se observa tanta preocupación como precaución, además de tener en cuenta el autocar que Clemente parece que va a poner en torno a la portería de Jacobo, para buscar algún contraataque con el que pueda solucionar el partido. Pero también trascendió que el técnico de Baracaldo tiene mucho respeto al juego de Diego Castro, por lo que podría sacrificar a Barragán como extremo, para ocuparse del pontevedrés. Este temor contrasta con la prepotencia de los genios pucelanos, que no tienen nada que ver con el técnico vizcaíno.

Por cierto, estos genios pucelanos también se olvidan del ‘a Segunda’ que coreó la afición vallisoletana entre el empate de Sesma y el gol de Bilic en la visita gijonesa a Zorrilla hace un año, cuando los sportinguistas se jugaban la permanencia, hecho que Clemente no vivió y, por lo tanto, es ajeno, aunque el domingo lo sufrirá, como ya vivió situaciones parecidas en muchas ocasiones. No me parece que los acérrimos blanquivioletas estén en condiciones de exponer posturas de prepotencia, cuando en este momento son los segundos candidatos a bajar.

Tal vez una fórmula para tratar de calentar el partido sea aplicar este tipo de métodos. En Gijón, en cambio, lo que esperamos es que nuestros artistas cambien la imagen de las últimas jornadas y recuperen el camino del triunfo, para acercarse a la permanencia cuanto antes, al margen del rival. El objetivo de ganar al Valladolid es porque es el que toca. Todo tipo de rencillas que puedan existir nacieron con los precios de las entradas de Zorrilla de la pasada temporada y los deseos de descenso del Sporting manifestados por los aficionados castellanos, pero los genios pucelanos parecen demasiado nerviosos.