Ya quisieran estar en Santander o en Málaga como el Sporting. Y no digamos en Tenerife o Valladolid. Pero, a falta de dos jornadas, la situación no está todavía decidida para los rojiblancos.
Las cuentas están claras. Un triunfo el sábado ante el Atlético es sinónimo de celebración adelantada. Incluso puede valer el empate si Tenerife no gana o si el Málaga pierde. Y hasta sirve la derrota, siempre que el Tenerife pierda.
En torno al Sporting hay un clima de peligrosa confianza por aquello de que el Atlético va a venir sin sus principales titulares, sin intensidad y poco menos que se piensa en que va a venir a El Molinón a dejarse perder. Pensar así me parece un tremendo error.
Los reservas del Atlético son jugadores de calidad que, además, querrán aprovechar la mínima oportunidad para dejarse notar, bien para ganarse un sitio o bien para saltar a un escaparate con vistas a su futuro.
El problema del Sporting es que tiene dos caras. El de Getafe se parece en poco al que recibió al Tenerife, por poner un ejemplo. Y no digamos al que viajó a Almería o Palma de Mallorca, por citar dos casos extremos. Con El Molinón lleno, un grado de intensidad alto, la capacidad que el equipo gijonés demostró en otros partidos y un rival que no puede tener la misma motivación es lógico sentirse optimista, pero no confiado. Sería bonito tener la posibilidad de ir a Santander de excursión.