Vaya lío que se montó con Revilla. El presidente de Cantabria no tuvo más ocurrencia que pedir al sportinguismo que preste su apoyo al Racing en el partido del próximo domingo en el Sardinero. A cambio habrá inundación de anchoas de Santoña en el Principado y hasta osos.
Toda esta parafernalia está muy bien para animar un partido que será tenso para los cántabros y una fiesta descafeinada para los rojiblancos, pero sólo en lo que a las aficiones se refiere. Los futbolistas se lo tomarán de otra manera. Seguro. Es evidente que los racinguistas irán más en serio, pero los sportinguistas no van a regalar el partido. Otra cosa es que, como hizo el Atlético en El Molinón, se note la falta de intensidad, a la vez que las botas del rival parece que son de plomo, por lo que tienen en juego.
Valdrá lo que haya sobre el campo. El resto no dejan de ser raciones de pimienta para dar un aliciente al partido. Hay seguidores rojiblancos que hasta verían con buenos ojos una derrota si con ello baja el Valladolid, pero otros quieren ganar como sea, sin importarles que baje el Racing.
Los que están abajo es, simplemente, porque no hicieron los deberes a tiempo. De eso no tieen la culpa el Sporting. Y no deja de ser paradójico que un triunfo puede acabar con el Racing en Segunda y una victoria puede dejar a los cántabros en Primera. El único que depende de sí mismo es el Valladolid, pero ganar en el Camp Nou parece una misión imposible.
De momento, el partido tiene una animación especial que gusta poco en Pucela y tampoco agrada en Málaga y Tenerife. El peor trago debe ser para Preciado, porque su cabeza debe pasar por encima del corazón, como profesional que es y de lo que nadie puede dudar, al margen de que le agraden más o menos sus métodos e ideas futbolísticas.
Tal vez el fútbol sea así, como dice el refrán, pero no cabe duda que Miguel Ángel Revilla es un genio.