Una vez dicho todo lo que se quiso sobre el partido de Barcelona, llega el Valencia, partido en el que conviene centrar ya el 100% de todo el trabajo y apoyos. El rival llega como líder, compartiendo la supremacía de la clasificación con el Real Madrid del polémico Mouriño, quien parece perito en rentabilizar partidos, que no fútbol.

Preciado tiene unas buenas papeletas que resolver, porque el partido de Barcelona demostró que hay algunos puestos que están bien cubiertos. La portería es uno de ellos, pero eso ya se vio en la pretemporada. Otros dos jugadores que dieron un rendimiento fenomenal son Iván Hernández y José Ángel.

No me olvidaría del joven Sergio, que puede ser la revelación de la temporada. Después de que los técnicos hayan estado medio locos por el portugués André Castro. El chaval sólo jugó el tramo final en el Camp Nou, pero lo hizo con un desparpajo espectacular. Tal vez no sea conveniente darle tan pronto la responsabilidad, sobre todo ante uno de los grandes, pero debería tenérsele en cuenta como casi una realidad.

Las dudas que tiene Preciado son las que le gustan a los entrenadores, de poder elegir, aunque el caso, más que elegir bien, será que los chavales tengan el día. Escoger entre dos que se sabe que van a dar un buen rendimiento sólo tiene el efecto de que interiormente le quede al míster la conciencia de que fue justo.

El Valencia es un rival complicado y muy renovado respecto a la campaña anterior, pero es inferior al Barcelona y su estilo no debería irle tan mal como el agresivo del Athletic. Sobre el papel, con las bajas de Villa y Silva parecía que iba a perder potencial, pero llegaron otros nuevos que hicieron al equipo ché más consistente, más bloque, pero con algún talón de Aquiles, como todos.