En cinco horas de viaje tiene uno mucho tiempo para darle vueltas a lo que pasó en Getafe. Preciado decía en la rueda de prensa que no encuentra explicación a que un equipo cambie tanto de una semana a otra. Mal asunto si el que dice esto es el máximo responsable técnico. Ya me dirá quien tiene que saberlo.
Tras el partido, en la rueda de prensa, Preciado dejó suculentas frases que en los próximos programas de televisión relacionados con el deporte van a repetirse una y otra vez. No creo que el entrenador del Sporting deba caer en ese protagonismo. Al menos, no lo veo conveniente desde el punto de vista de club.
El problema fue de actitud y de reiteración de errores. El Sporting es el equipo de Primera que más balones pierde por partido. Asunto no corregido. En estrategias, aspecto que tanto se trabaja últimamente, con un técnico especialista, incluidas las sesiones de cinema, el equipo volvió a suspender. Primer corner, mal defendido y gol de Boateng. El africano no se acordaba de su último gol. El tercer fue de otra falta con todos los muñecos estáticos en el área. Marcano, que tampoco recuerda su último gol, marcó a placer. ¿Tampoco sabe el míster por qué pasan estas cosas?
Este Sporting es, en teoría, mejor que el de la pasada, pero no lo demuestra sobre el tapete, claro que la plantilla del año pasado era superior en calidad a la precedente y sacó menos puntos, aunque pasó menos apuros y hasta le quedó margen para regalar el último partido.
Lo de Getafe tiene que sacar ronchas, empezando por el míster. Y se suman al pasotismo de Barcelona, a la desorientación del Calderón o a la inconsistencia de Zaragoza. Por favor, ya basta de disculpas, si no quieren que se empiece a pensar en que si esto no marcha con los que hay, habrá que pensar en que marche bien con otros.