Buen partido el que hizo el Sporting ante el Villarreal. Frente a un rival muy técnico, el equipo de Preciado tuvo intensidad y fue inteligente. Contrarrestar el juego de Borja Valero, Cani, Nilmar, Cazorla y Rossi es muy complicado, sobre todo cuando se sabe que se tienen carencias.
El equipo gijonés hizo lo más difícil, que era ponerse por delante en el marcador. Pero luego faltó capacidad para mantener esa ventaja y, además, volvió a llegar el sufrimiento en otra jugada de estrategia, a balón parado y lejano, pese a disponer en ese momento de cuatro jugadores de altura, como son Botía, Gregory, Eguren e Iván Hernández, además de la aportación que podía hacer Barral.
Antes del partido y analizando el potencial del Villarreal es posible que muchos hubieran firmado el empate. Incluso en el transcurso de alguna fase del partido, como el inicio de la segunda parte. Sin embargo, visto el desarrollo final, el empate sabe a poco.
La lectura es doble. Por una parte queda el regusto de un aceptable rendimiento de los gijoneses, con una buena imagen. Por otra, los errores y los defectos de siempre, que impiden alcanzar un mayor grado de tranquilidad. Y el domingo toca Almería. Un equipo de los que se llaman de nuestra Liga y en un campo que es gafe, pero la necesidad ya se sabe cual es. No perder sería importante, pero hay que empezar a exigirse más.