Es difícil pensar que el partido que nos ofrecieron los artistas rojiblancos esta tarde sea una realidad. Es increíble que un equipo como la Real Sociedad haya necesitado tan poco, sólo jugar con orden y sensatez, para oscurecer a una caricatura de equipo, como fue la imagen que proyectó el Sporting. Así es cómo los créditos ya empiezan a acabarse.
El Sporting no jugó a nada y en ningún momento tuvo sentido del fútbol, salvo los cinco primeros minutos. Fue un partido horrible, más incluso que la labor del árbitro, pero como se jugó tan mal, no cabe echar culpas el desquiciante Paradas Romero.
El crédito de Preciado está tocado. Antes de las Navidades tiene que haber soluciones de resultados. Si no llegan, el relevo será inevitable.
El primer gol puso en evidencia el trabajo táctico del equipo y el estudio de los rivales. No sé para qué los gastos en tantos viajes y tantos vídeos si José Manuel Pernía y Josep Alcácer, los responsables de las técnicas de cine para estrategias y similares, no se enteraron todavía que el portero de la Real tiene la costumbre de sacar rápido y en profundidad, para sorprender a los centrales contrarios. Coincide que Gregory y Botía están en un mal momento, pero estas cosas son las que hay que saber y analizar, no la ensalada de imágenes inservibles. Lo único positivo fue el remate de Gregory, en un magnífico saque de De las Cuevas.
El centro del campo sigue echando de menos un jugador que imponga criterios y ordene. Ese puede ser el juvenil Sergio, porque Eguren no pasa de la destrucción y cuando le falta apoyos, se pierde. Novo no acaba de encontrar el sitio y Ayoze no tiene oportunidades, ni cuando falta Diego Castro, que ocupa su puesto natural. La excepción es Sangoy, pero en este engranaje poco brilla. Y es que en este equipo, los delanteros tienen muy difícil jugar con el estilo que imprime Preciado. Esta temporada, la cosecha de Emilio de Dios no fue la adecuada, por ser cómplice de los intermediarios. Al menos, no salieron bien. Lo dicen los resultados.
Se escuchan las alarmas. En estos casos es conveniente mantener la calma, pero aquí mandan los resultados. Y no olviden que una derrota en Cornellá meterá al Sporting en descenso. Lamentar los puntos perdidos no conduce a nada. La única solución es sumarlos. Marcelino está por ahí, a la espera. Eso dicen.