No es fácil el partido, ni el rival. Tampoco el momento de dar el salto, porque las circunstancias parecen adversas. Sin embargo, este chaval de 18 años, que vive su último año juvenil, tiene una cabeza tan bien amueblada que muchos adultos quisieran tener ese orden mental. Me refiero a Sergio, a quien Preciado recurre para tener en su equipo alguna idea de lo que es organización de juego, sin tener que recurrir a los zarpazos de los centrales. Es un crío que ya apuesta a ganador y me parece que tiene madera de líder a corto plazo.
Cierto es que cada temporada aumentan las exigencias y eso es lo que está pagando el míster, que es el mismo desde que llegó, con ideas de muchos cambios en las alienaciones o variaciones en los puestos, muchas veces no entendidos y con críticas o alabanzas en función de los resultados. Lamentablemente, los malos son más últimamente.
Tener que recurrir a un juvenil tiene varias lecturas. Una es que el chaval tiene una gran proyección que el equipo debe disfrutar cuanto antes. Otra, que la mala planificación de esta temporada obligue a buscar soluciones de urgencia. Desde la pasada temporada, uno de los objetivos de Emilio de Dios era buscar un centrocampista organizador. Fallido el intento de André Castro, Preciado confió en Sergio, pero tardó demasiado en darle esa alternativa que todos esperamos que salga bien.
Con Sergio en el equipo, la alineación tendrá dos futbolistas de Mareo, una cantera con muchas hornadas extraordinarias en potencia, pero con escasísimos resultados para llegar arriba. A lo menor es que las cosas no se hacen bien mientras los viajeros del cuadro técnico gastan miles de euros en kilometrajes sin ningún sentido concreto, salvo las recomendaciones de Mesas y Botas. Puede que si preguntan a Jorge Luis, el utillero, ex técnico de las categorías inferiores, saquen mejores conclusiones para tener la cantera mejor organizada y con mejor ojo clínico.