Acabo de llegar de Palma de Mallorca. Viaje cómodo, confortable y alegre, sobre todo el de vuelta. El Sporting dio un golpe de autoridad en Son Moix. Gol a los tres minutos y a dormir el partido. Una hora de incertidumbre, hasta que llegó la carambola de Canella. Luego me pareció que fue coser y cantar.

De desarrollo del encuentro destacaría la labor de los centrales, con una nota especial para Diego Castro, autor de un gol y de los pases en los otros dos. El otro Castro, André, el portugués, demostró que quienes apostaron por su incorporación no se equivocaron. Es un futbolista dinámico, vertical, ambicioso y ve puerta.

Hay que tener en cuenta que entró en juego cuando el equipo ganaba por dos goles de ventaja, pero las cualidades del nuevo Castro se dejaron ver pronto. Creo que va a ser un jugador importante en lo que falta de competición. También me alegro por Nacho Novo, quien no marca como extremo, sino en su sitio.

El 0-4 de Son Moix sólo tiene un precedente, que es el de Barcelona en 1987, con dos goles de Eloy, uno de Flores y otro de Luismi. Aquel fue espectacular, por el rival, el escenario y, por supuesto, por la contundencia. El de Palma tiene un efecto sensacional en la clasificación, después de todo lo sufrido. Por tercera semana consecutiva toca celebración, pero con los pies en el suelo, que todavía falta mucho.

Y para estadísticas se puede recordar que fue la primera victoria a domicilio del Sporting esta temporada, casi un año después de la última, que fue en Zaragoza, y que el Mallorca recibió en un partido tantos goles como en toda la primera vuelta.