José Ángel habló después del 31, como había anunciado, después de estar ‘hasta los huevos’, como expuso la pasada semana. Lo dijo a la vez que rechazaba a la Fiorentina y esperaba por el Málaga de su corazón. Creo que su intervención fue inocente, con una serie de contradicciones que no lo dejan en buen lugar.
El lateral de Roces, que explicó a través de su representante que quería irse del Sporting para fichar por el Málaga, manifestó que la decisión que había tomado “era una que no pudo ser”, pero puntualizó que “me quedo aquí muy contento”. En una palabra, que ratificó su deseo de irse, pero se queda muy con agrado en Mareo. Añadiría que qué remedio le queda, porque no tenía otra alternativa, salvo la de Italia para la que aún no se considera maduro. Si a los 25 le llega, ya verá si considera que tiene el grado de madurez preciso para resolver su futuro.
No sé quien asesora o aconseja al chaval, pero parece que se metió en un charco producto de su inocencia. De lo que estoy seguro es que no tiene malicia, pero sus explicaciones, si llegan a venir de otro futbolista, se hubieran tomado a mal. Por menos tuvo un ‘castigo’ Barral.
En estos casos vale más ser positivo y ver a José Ángel como un refuerzo de invierno, aunque, en principio, está llamado a ser el reserva de Canella, salvo lesiones, sanciones o rotaciones, como dijo su representante. No es la forma más adecuada de revalorizarse, pero es lo que toca. Lo que no dijo es que tanto el entrenador del Málaga como el director deportivo mantuvieron varios contactos telefónicos con el jugador de Roces, que influyeron para que no se fuera a Italia. No puede decirlo, porque eso es ilegal y perjudicaría al Málaga, aunque el Sporting no es de los clubes que suele provocar conflictos que no tendrían ninguna repercusión positiva. De todas formas, vamos a ver si se cumplen las promesas que le hicieron y en junio tenemos a los emisarios del jeque otra vez colgados del teléfono.
Antes hay que resolver la clasificación. El sábado toca Bilbao. Todo lo que sea no perder es fenomenal.