Creo que tengo razones para estar en una especie de nube en el plano personal, por la decisión de don Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte y presidente del Consejo Superior de Deportes de integrarme en la Real Orden del Mérito Deportivo, con la categoría de Medalla de Plata, por mi trayectoria profesional.

Confieso que me tengo por una muy persona afortunada. Me gusta el periodismo, el fútbol y el Sporting y tengo la gran suerte de trabajar en EL COMERCIO y dedicarme en exclusiva al seguimiento de club rojiblanco. Es mi profesión, por la que todos los meses de forma muy puntual recibo los correspondientes honorarios, que son los mejores de esta bendita profesión en Asturias, y, además, me encuentro con un reconocimiento que es un honor recibirlo.

Para mí, ayer fue un día especial. Me hizo recordar muchos pasajes de mi vida, desde que empecé a la sombra de mi padre, fallecido repentinamente en 1974, casi en acto de servicio, después de hacerle una entrevista al recordado Tati Valdés, en vísperas de un viaje del Sporting a Alicante. También de los constantes y fenomenales apoyos de mi hermano Gaspar, con una dilatada y relevante vida profesional, pese a los pedruscos que intentan ponerle en el camino algunos envidiosos, por dedicarles un adjetivo cariñoso, que pululan por esta santa profesión, con más ánimo de servir al poder que a su deber. Son cosas que pasan en la jungla de la vida.

Y no puedo olvidar la trayectoria exitosa de mi hijo Ricardo en Gol Televisión, quien cada tarde, a las dos y a las ocho me enorgullece cuando sale en pantalla. También a mi hermana Patricia, afincada en la actualidad política de la Cadena COPE.

Recibo un premio muy orgulloso, que tiene como principal mérito el trabajo, que, dicho sea de paso, es una suerte tenerlo, por lo que intento cada día conservarlo con una dedicación total y con el objetivo de cumplir decorosamente el cometido que me toca, con humildad, honestidad y profesionalidad. Desde este andamio quiero dar gracias a todos, porque en estos casos es cuando uno aprecia que se siente querido por una mayoría. Y si el Sporting gana el sábado al Zaragoza será una semana completa.