Si se mira por aquello de que si se pierde no se desciende y si se gana no se logra la permanencia, resulta evidente que para el Sporting, la visita del Almería a Gijón no es una final. Pero si miramos la clasificación y la trascendencia de los puntos, este encuentro debe mirarse, desde el prisma rojiblanco, como si fuera el último. A pensar en los siguientes habrá tiempo desde el lunes.

Ganar al Almería significaría dejar alejado en seis puntos, más el coeficiente de goles, a uno de los rivales directos. Luego harían falta otros dos, pero tal y como están las cosas, con los de abajo en plan de recuperación, perder sería un golpe anímico bastante duro y un empate valdría de poco, aunque se miraría como un mal menor.

Más que pensar en lamentaciones venideras, las cuentas pasan por ganar al Almería y dos jornadas después, a Osasuna. Esos dos partidos significan más de media permanencia.

Creo que este Sporting tiene potencial suficiente para solventar con éxito estos compromisos y asegurar la permanencia con suficiente antelación. El domingo debe hacer la primera demostración.