Todos los dirigentes coinciden en que un partido de fútbol con las gradas vacías no es tal. Sn embargo, las personas que están al frente del fútbol piensan muy poco en el significado de sus aficiones. El caso actual es el más claro.
La LFP, con el respaldo de todos los clubes, propone un paro que ocasionará unas consecuencias serias para los aficionados, pero buscan su fin, que no es otro que quitar el único partido que hay en abierto, para que todo sea de pago.
En el caso del Sporting, ya hubo un debate por la petición de Mourinho de adelantar al viernes un partido que estaba previsto para el sábado. Aunque oficialmente no llegó la comunicación a Mareo, el aviso se recibió puntualmente a través de los órganos que el Real Madrid suele utilizar con alguna frecuencia.
Si el cambio del Real Madrid-Sporting al viernes hubiera dañado los intereses de una veintena de peñas y de un millar de rojiblancos, el paro patronal lo reitera y lo añade a otros desplazamientos que está previsto que cambien de fecha, como los que el Sporting jugará en San Sebastián y en el campo de Levante, este último en una fecha que es puente festivo. Para estos viajes, numerosas peñas adelantaron el dinero de los hoteles, pero esa preocupación no llega a los dominios de Astiazarán, ex presidente de la Real Sociedad, que también tiene una masa social con una notable repercusión.
Por lo visto, las aficiones valen para pagar los recibos y para ir al campo a animar en cada jornada. Pero, a la hora de hacer valoraciones crematísticas, las televisiones tienen un mayor peso económico y a los sentimientos no se les da demasiada importancia. Esta es la triste realidad, mientras mi amigo Pepín Braña pasa unos días en Granada, con sus derechos de partidos de selección, como presidente de Afepe, siglas de Aficiones Unidas, organismo que sin ninguna utilidad colectiva. Mientras, ahí están los problemas de los aficionados.