El triunfo sobre Osasuna y el resto de marcadores dejan al Sporting en una situación envidiable y con un calendario que puede ser el menos complicado de todos los que están en la zona baja de la clasificación.
Dos victorias en las siete jornadas que faltan por disputarse confirman la permanencia de forma matemática. Con 44 puntos es imposible descender. Creo que incluso sería suficiente uno o dos puntos menos, pero no es momento de hacer cálculos con confianza. Tener rivales directos significa que no ganar permite puntuar al oponente. Además, el potencial del equipo, sobre el papel y en la dinámica que lleva, es superior al de sus rivales directos en la clasificación.
Estar con 38 puntos provoca tranquilidad, pero en ningún momento debe confundirse con confianza, sobre todo cuando hay que visitar a un rival herido, en una línea descendente y rodeado de pesimismo. Si, además, se cuenta con el respaldo de una mareona espectacular, la situación se torna esperanzadora para los viajeros rojiblancos, sensación que no debe ser la misma que la de los artistas, cuya tensión debe tener una lógica repercusión en el terreno de juego. El domingo, en Anoeta, habrá una buena ocasión para disfrutar.