Parece que hoy sólo existe la Copa, la final entre Guardiola y Mourinho o entre el Barcelona y el Real Madrid. Es el espectáculo del día, pero en las latitudes gijonesas se piensa más en la permanencia, que pasa por ganar el domingo al Espanyol, sin necesidad de prolongar el funambulismo de temporadas anteriores.

El Espanyol es un equipo irregular, pero con una gran calidad en sus líneas ofensivas. Fuera de su campo no hizo grandes cosas, pero no es un rival fácil. Si está en los puestos en los que se lucha por meterse en la Europa League es por algo.

El Sporting, en El Molinón, parece haber cambiado el chip últimamente. La presencia de Cases da un dinamismo que antes no había y cuando el portugués está entonado hay una mayor profundidad. Falta que Diego Castro tenga su día, que lo tendrá, si piensa más en el Sporting que en los nuevos dueños del Getafe, y que De las Cuevas siga en la línea actual.

Con sólo una victoria no parece que la permanencia esté asegurada, pero es preciso mantener una diferencia mínima, como la actual, con los puestos de descenso. Que no pase lo de otros años y que haya que llegar al final con el agua al cuello, después de tener una distancia importante con las tres últimas posiciones. Hoy se hablará mucho de la Copa, pero prefiero pensar en el Espanyol. Preocupa más.