Con un triunfo, el Sporting se soluciona el problema de la permanencia. Puede que valgan dos o hasta uno. Quizá sea suficiente la cifra actual, pero los supuestos inferiores a tres puntos provocan que se aplace la tranquilidad definitiva.

El domingo toca visitar al Levante. Es uno de los peores equipos que pasó por El Molinón, pero la reacción que tuvo desde entonces, hasta llegar a situarse con 42 puntos a estas alturas, uno más que el Sporting, no puede ser una casualidad. Esta trayectoria obliga a pensar en que se va a visitar a un rival complicado en su campo, donde su marcha es ejemplar, con una raza especial, una motivación extra y un sentido que falta en otros muchos equipos con mayor potencial.

Ganar en Valencia significaría sentenciar la clasificación con cuatro jornadas de antelación. Sería toda una proeza, aunque queda la duda de qué hubiera pasado si en la primera vuelta llegan a tomarse las mismas medidas que en la segunda. Pero, en fin, ese es otro debate. El que cuenta es que si el domingo se suma un triunfo, se podrá empezar a pensar, con más dedicación, en la próxima Liga.

Lo más importante sería la tranquilidad. Es el mejor condimento para no caer en nerviosismos cuando hay que preparar una planificación de una forma más directa. El trabajo está enfocado, aunque con unos límites económicos que tardarán años en desaparecer. De momento, ante la visita al campo del Levante, hay que pensar en que ya falta menos.