El Sporting recibe el Racing con la necesidad de ganar, aunque no tanto como le ocurría al conjunto cántabro en la campaña anterior. En la visita rojiblanca a El Sardinero hace un año, todo lo que no fuera ganar podía condenar al Racing a bajar. Después de ver los marcadores, una derrota lo hubiera empujado al descenso, junto al Tenerife y habría librado al Valladolid. Por este motivo, en Pucela están muy enfadados con el Sporting, pero deben callarse porque algo pasó hace tres años.

En A Coruña ahora tiran contra el Racing y el Sporting. A Lotina le hace llorar aún la actuación de Estrada en El Molinón y ve en peligro la permanencia de su equipo, mientras en Zaragoza se quejan de un posible pacto para que el Depor gane en el Camp Nou. En cambio, en la ribera del Ebro no dicen nada de que el Espanyol llega bastante alicaído y que le queda visitar a un Levante que también puede levantar sombras de pactos. Demasiados fuegos cruzados para justificar situaciones inesperadas, aunque el que las sufre es porque no hizo sus deberes a tiempo. Aquí hay que aplicarse el sálvese quien pueda.

En el caso del Sporting, después de tirar el partido de Málaga y de no salir contra el Deportivo con la debida intensidad a la que nos tenía acostumbrados en la segunda vuelta, los deberes siguen sin hacer. A diferencia con la pasada campaña en comparación con la situación del Racing es que aún queda otra jornada, en la que los rojiblancos visitan a un descendido, además de tener la posibilidad de quedarse sin sumar más puntos, siempre que el Zaragoza no gane los dos partidos.

Para evitar más elucubraciones, lo conveniente es ganar. El Sporting lo tiene todo a favor. El factor ambiente, con una presión espectacular, ante un rival sin la misma motivación que los rojiblancos, con el aliciente de que la permanencia se palpa. Para no esperar más y aunque hay otra última oportunidad, es mejor evitar el error, aunque tenga margen. El domingo sólo vale la victoria.