Tras acabar la actividad en los campos de fútbol se intensifica la de los despachos. El Sporting acaba mayo con una semana que se presenta movida.
Uno de los casos pendientes es el traspaso de José Ángel al Barcelona, que se cerrará cuando el club azulgrana termine los festejos por el triunfo en la final de la Champions. Con el futbolista de Roces ya hay un acuerdo cerrado por parte de la entidad catalana y entre los clubes no habrá problemas. Aunque el Barça sea un club catalán, no ejerce como tal a la hora de mover el dinero. No es que lo tire, pero tampoco regatea.
Lo que más preocupa son las llegadas. El listón hay que superarlo. Hace dos años se acertó de pleno, con cinco refuerzos que fueron titulares. El año pasado no fue así. Sólo Eguren tuvo más participación, pero Sangoy se diluyó, Novo, fuera de sitio, no llegó a lo esperado y Ayoze sigue siendo un perfecto desconocido, por falta de oportunidades.
El problema del equipo es un goleador, alguien que asegure entre doce y quince goles por temporada. Preciado tiene debilidad por Nino, con sus casi 31 años. Esta temporada apenas fue visto por los técnicos del club, lo mismo que Ricardo, otro tinerfeñista, que dejó más sombras que luces en un equipo que acabó con antelación en Segunda B.
La contratación más avanzada es la del Zorro, el uruguayo Damián Suárez, lateral derecho que exige una inversión económica, que más bien debería ir destinada al goleador que tanta falta hace. Pagar por un lateral 70 millones de las antiguas pesetas, o sea, unos 420.000 euros, no es entendible cuando la necesidad prioritaria es otra. En este caso, un par de vídeos de sus representantes y un partido en directo es la base para dar el paso adelante para su fichaje. Nadie puede dudar del ojo clínico de Emilio de Dios, pero el sistema es el mismo que el del colombiano Hidalgo.
Sea como fuere, la necesidad es elevar el nivel que tuvo la plantilla en la campaña recién acabada. A ver cómo discurre la semana.