Más de dos meses después de la última aparición vuelve este blog a la actividad, una vez subsanados algunos problemas de tipo técnico. La reaparición coincide con la víspera de una auténtica final, la visita del Granada a Gijón. Cierto es que esa denominación se reserva para los partidos en los que se decide un título, pero en ese caso puede tener una perfecta aceptación, porque una derrota para los rojiblancos sería certificar una situación poco menos que catastrófica, mientras que una victoria permitiría empezar a ver más cerca la luz del final del túnel.
El comienzo liguero fue de lo más inesperado. En agosto, antes de iniciar la competición, nadie podía pensar que esta situación podría darse. Ahora, con un escaso margen para el error, es obligado ganar a los rivales más directos. El Granada es el primero. Luego será el Mallorca y más tarde el Athletic.
El partido será más final para Preciado. El míster tiene asumido que una derrota pone fin a su etapa rojiblanca. Eso sería malo. Seguir con un punto tras la próxima jornada es un riesgo demasiado serio. Lo deseable es que el técnico montañés siga hasta mayo, que diciembre acabe con el equipo en situación de luchar por la permanencia y que los dos o tres refuerzos que se gestionarán tengan una importancia en el resto de temporada para ayudar a lograr la continuidad en Primera.
En cualquier caso, el primer paso será el sábado, contra el Granada. Sólo vale el triunfo. Lo demás serán disculpas que no tienen ninguna efectividad. Por otro lado, también sería agradable que el filial ganara el domingo el derby con el Oviedo. En la capital se niegan a dar ese calificativo al encuentro entre el equipo azul y el segundo rojiblanco. Incluso impiden a sus jugadores y a Pacheta que accedan a que se hagan reportajes conjuntos con miembros del Sporting B. Es una forma respetable de ver las cosas y de evitar piquillas. Por eso me gusta Alberto González. Creo que es el mejor presidente que puede tener el Oviedo. Que Dios lo conserve en el cargo muchos años.