En el Sporting hay cierto rechazo a admitir el calificativo de final para partidos de la primera vuelta. Cierto es que una final sólo se disputa cuando el resultado es definitivo, o todo o nada, pero está claro que cuando se le da ese aira a una confrontación se debe a que se espera que el ánimo de los contendientes sea similar, con el objetivo de lograr un resultado favorable.
En Zaragoza le tienen mucho miedo al Sporting, por lo que en la capital aragonesa se está dando un aspecto de final a la visita gijonesa, al pensar que los dos siguientes compromisos, contra el Barcelona y el Sevilla, más la siguietne visita a Granada, hace que los puntos de este domingo sean demasiado necesarios.
El equipo aragonés, sobre el papel, es inferior a los gijoneses, que llegan a La Romareda en su mejor dinámica, con la suerte de Mallorca, que faltó en Sevilla y ante el Athletic, para visitar a un rival que lleva tres derrotas consecutivas. Sicológicamente, parece que el equipo aragonés está tocado, aspecto que puee y debe aprovechar el equipo de Preciado.
Ganar en La Romareda sería para el Sporting meterse casi en la mitad de la tabla, en una posición desahogada, lo que no significaría que la permanencia ya está al alcance. Perder significaría volver a las posiciones de descenso, con lo que ello conlleva y con lo que le rodea.
Aplicándose con intensidad y concentración, las opciones de sacar algo positivo de La Romareda son altas. Y también sería un regalo magnífico para la Mareona, que bien se lo merece.