El partido del Benito Villamarín tiene varias lecturas. La principal, que fue la que cimentó la derrota, es que los jugadores no salieron con el grado de concentración preciso. Los primeros minutos ya enseñaron que este partido no era para el Sporting.

Concentración y dedicación es lo mínimo que se puede pedir a un profesional. Sin embargo, esta temporada parece que es diferente a las anteriores en el Sporting y da la sensación de que Preciado no gobierna el vestuario como en campañas pasadas. Es imposible encontrar una explicación a que el mismo equipo que en la segunda vuelta de la pasada campaña hizo una clasificación de Champions, ahora se limite a dar tumbos frente a rivales que no son superiores.

La clasificación está apretada y las opciones de permanencia aún son muchas, pero si se mantiene la imagen ofrecida ante el Espanyol, la copera del Mallorca o la que se vio contra el Betis, pensar en la salvación es una utopía. Es una pena, después de lo que costó llegar hasta aquí.