Desde que el Sporting rayó el ridículo ante el Espanyol, con una alineación incoherente, hubo demasiadas actuaciones en la que los rojiblancos estuvieron muy por debajo de sus posibilidades. La eliminación de la Copa fue la siguiente antes de acabar el año.

El regreso a la actividad en 2012 no fue el esperado. En Sevilla, ante el Betis, los gijoneses ofrecieron una actuación dolorosa. Se salvaron los muebles con mucha fortuna ane el Málaga, pero los partidos de Villarreal y San Sebastián parecen haber abierto el camino al descenso. Las alineaciones de ambos partidos, sobre todo la de Anoeta, dejaron en evidencia que el potencial defensivo de este Sporting casi no existe.

El equipo está en caída libre, con demasiados tumbos en un nervioso Preciado. El técnico montañés no admite las censuras y tiene aspecto de querer que el consejo lo destituya. La frase de los pelos en la sala de prensa de Anoeta lo coloca en un lugar soez, lejos del señorío del club al que aún pertenece y en el que no aplica un mínimo de disciplina, tanto en la línea personal de sus jugadores, como en el aspecto táctico. El mando del vestuario parece tenerlo perdido y eso se transmite en el trabajo en el terreno de juego.

Con lo que costó subir, hay que lamentar la trayectoria de esta temporada. Empezó mal en agosto y no se supo enderezar en setiembre. Y en enero aumentó la desolación. Esta vez, Preciado es el epicentro de la decepción de la parroquia rojiblanca.