La imagen ofrecida por el Sporting en el Santiago Bernabeu fue correcta. Clemente estudió el partido y preparó un dispositivo que se rompió por errores puntuales. Moisés no se entendió con Juan Pablo en el primer tanto y Trejo perdió dos balones en una zona muy peligrosa, dado el potencial resolutivo del Real Madrid en el campo contrario.
Si el Sporting hubiera disputado con esta intensidad y disciplina todos los partidos, otro gallo cantaría. Con esta imagen, el equipo gijonés no hubiera perdido en Getafe, ni ante el Zaragoza, ni en muchos partidos más, en una Liga que empezó a perderse con la bofetadilla ante la Real Sociedad en la jornada inaugural.
Quedan cinco partidos. Si se ganan todos, el milagro es posible. En el vestuario hay una mentalización total de que se va a lograr. No queda más remedio que confiar en los chavales, aunque las sensaciones van cambiando en función de los resultados. Después del triunfo sobre el Levante, la confianza se había renovado, pero el triunfo del Villarreal del jueves provocó una depresión. En Madrid se contaba con la derrota pero los ánimos llegaron con la derrota del Granada y el empate del Villarreal. La esperanza es lo último que se pierde.
Por cierto, la falta de respeto y de educación de Mourinho se puso de manifiesto el sábado, así como una actitud que podría calificarse de salvaje de Pepe. El señorío del Real Madrid de las épocas de don Santiago Bernabeu o de don Luis de Carlos pasaron a la historia.