Cuando suena el teléfono a una hora no habitual suele ser mal presagio. Hay noticias que nunca se desean escuchar. Es el caso del repentino fallecimiento de Manuel Preciado, conocido a primera hora de la mañana. El impacto de la noticia enmudeció esta madrugada a la España futbolística y con más profundidad al mundo del Sporting.
El técnico de El Astillero dejó una estela imborrable a su paso por Gijón, con una trayectoria en la que figuran numerosos episodios, de los que siempre es preferible recordar los más gratos. El más celebrado fue el ascenso, sin olvidar la primera permanencia.
Que a última hora los resultados de su equipo hayan sido inesperados, con dudas que acabaron en una destitución, no nublan la imagen personal que dejó a su paso por Gijón. Preciado era un tío dicharachero, directo, agradable en el trato y jovial, pese a que la vida el atizó unos reveses crueles. El último fue el suyo, todo un mazazo.
Ayer había sido anunciado en la web del Villarreal lo que era un secreto a voces, su contratación como nuevo entrenador del Villarreal, con un acuerdo pendiente de una firma que nunca podrá rubricarse. Aunque iba a ser la próxima temporada rival del Sporting, en Gijón conservaba una importante cuota de cariño, al margen de criterios o ideologías balompédicas, que se había ganado en los seis años en los que fue un destacado vecino de Gijón.
Es un mal día que empezó con una de esas noticias detestables.