Barcelona significó una nueva decepción para la parroquia sportinguista. Media hora de capear el temporal para volver a caer en la mediocridad, con las sensaciones habituales de inseguridad defensiva. Ese fue el repaso rápido a un partido en el que en esta ocasión también se puso de manifiesto la falta de puntería. Un grupo de chavalitos con un buen fútbol en sus entrañas sacaron los colores en más de una ocasión a veteranos que están en un momento demasiado delicado.
La actuación del Sporting en el Miniestadi pone, de nuevo, a Manolo Sánchez contra las cuerdas. El técnico gijonés se la jugará en la Copa, ante el Mirandés, pero si supera la reválida, tendrá otra el sábado, contra el Almería. Eso está decidido desde la tarde del domingo. La pregunta es si en realidad el entrenador es el causante principal de la mala dinámica del equipo y si Sandoval, la única alternativa que se estudió, tiene la varita mágica para cambiar el sentido a los defensas y que empiecen a acertar.
El caso es que se superó la quinta parte del campeonato y la distancia con el ascenso, que es el único objetivo fijado para esta campaña, está demasiado lejos. Habrá que empezar a recuperar mucho en poco tiempo. Eso, en la Liga, porque en la Copa lo que importa es pasar para tener un rival fuerte en la próxima ronda, que pueda proporcionar una taquilla que compense el presupuesto de esta competición. Tanto la Liga como la Copa deben afrontarse con las máximas garantías, pero no olvidemos que la que marca más la historia de un club es la Liga.