El Sporting logró pasar a la siguiente ronda de la Copa del Rey a costa de un entusiasta y combativo Mirandés. De todas formas, los dos bonitos goles de Sangoy no sirvieron para maquillar el pobre espectáculo, que dejó latente el peligroso divorcio que tiene este equipo con la afición rojiblanca. De momento, el paso por la competición copera no tiene sabor.

La parte positiva es la clasificación, el pase a la siguiente ronda en la que puede caer en suerte un rival fuerte de Primera División, para hacer una buena taquilla y equilibrar el presupuesto copero, que ahora está en déficit. La visión más negativa, o la real, para ser más exactos, es el juego de este Sporting, que tiene un tono desesperante. El talón de Aquiles rojiblanco es la defensa, que mantiene un clima de inseguridad tremendo. A ello se añade que el centro del campo no genera juego y la delantera se mueve sin ningún sentido. Un ejemplo es Bilic, un cabeceador que ante el Mirandés se limitó a pelear los saques del portero. No le llegó otro tipo de juego.

El Sporting logró pasar a la siguiente ronda, pero sin convencer. Manolo Sánchez deberá buscar soluciones con carácter de urgencia. Tiene a Moisés en el filial, que en la pasada campaña cumplió en Primera División. El Almería llegará con Ulloa, que no es Higuaín, a quien el sevillano marcó en el Santiago Bernabeu con un notable alto. Si lo que le falla al equipo principalmente es la defensa, el técnico no tendrá más solución que buscar soluciones o parches abajo. Para eso está la cantera. Lo que está claro es que seguir en esta dinámica no tiene futuro. El sábado tocará otra reválida, en la que Vega-Arango s volverá a preguntar si el cambio de técnico es la solución o si es conveniente.