En el vestuario del Sporting se prefiere analizar la derrota de Guadalajara como un accidente y la solución que se tiene en mente, casi como una obsesión, es ganar el viernes a la Ponferradina en El Molinón. La pretensión de los rojiblancos es que el equipo berciano pague los platos rotos de los tropiezos del conjunto gijonés.
La realidad es que los márgenes de error se reducen con los partidos no ganados. En las dos últimas jornadas se cedieron cinco puntos con los que se contaban, porque tanto el Sabadell, en El Molinón, como el Guadalajara, en el Pedro Escartín, eran rivales superables. Sin embargo, la realidad es que no se sumaron los puntos y ahora hay que remar más fuerte y con más sentido.
El objetivo de engancharse a las posiciones de los play offs son viables, pero sin más tropezones. La apariencia es que el ascenso este año está barato y que la plantilla del Sporting tiene suficiente calidad para estar arriba, pero eso hay que demostrarlo en el césped. De momento, hay que ganar a la Ponferradina, equipo al que no se puede tener de referencia por la ‘manita’ que le endosó el Córdoba en la pasada jornada en El Toralín.
En cualquier caso, el Sporting es superior y tiene que notarse en el campo. Se acabaron las disculpas, las justificaciones y las explicaciones. Aquí sólo vale ganar.