Después de haber sumado un punto de nueve posibles, con dos derrotas consecutivas como balance más reciente, toca colgar el pesimismo en lo más profundo del armario y empezar a moverse por el mundo de la esperanza, a la espera de que el Sporting pueda volver a engancharse a la senda de los triunfos en el Rico Pérez. Sobre el papel, el Hércules era uno de los aspirantes a meterse en la zona alta de la clasificación, con ánimos de estar en la pomada por el ascenso, pero su dinámica fue peor que la de los rojiblancos.

En el caso del Sporting, parece que se repite la historia, por la necesidad de sumar, a poder ser con un triunfo. Situaciones así ya se vivieron esta temporada. Lo que pasa es que cada vez hay menos margen y no es bueno tener que aferrarse a las matemáticas. Ese argumento lo utilizan los más necesitados y los que se encuentran lejanos de su objetivo. Pero la realidad es esa, que, una vez más, hay que pensar en ganar, esta vez a domicilio, a un rival que parece haber despertado y que fija sus objetivos en superar al Sporting en su visita al Rico Pérez.

El partido no va a tener nada de fácil. El Hércules tiene una buena plantilla, aunque está afectado por problemas extradeportivos que hasta ahora influyeron en el rendimiento de sus jugadores. En Alicante hay bastante desencanto, pero estas situaciones no son sinónimo de confianza, ni mucho menos. El Sporting debe aprovechar su ingenio ofensivo y ser más constante en el aspecto defensivo. Ganar sería fundamental para el futuro más inmediato de los rojiblancos. Es una historia repetida, pero es la real.