En los últimos días se propagó con más intensidad la tensión interna que hay en el vestuario del Sporting, algo que no es nuevo esta temporada. La actitud de los jugadores rojiblancos, de forma generalizada, está lejos de ser la esperada. Y a nadie se le escapa que más de un resultado adverso tuvo como causa la falta de compromiso con el proyecto de parte de las alineaciones.
La imagen de Murcia el pasado sábado no fue la más apropiada, lo mismo que, por poner un ejemplo más lejano en el tiempo, la del encuentro copero ante el Mirandés, noche en la que se cambió al entrenador. Muy distinta fue la imagen presentada ante el Almería, en el debut de Sandoval, sólo tres días después. En el mundo del fútbol es inviable estrenar un entrenador todas las semanas, para que los ‘artistas’ salgan motivados en cada partido.
El sábado llega el colista, el Racing, que está en un momento muy delicado institucionalmente. Es el equipo de Segunda con peores estadísticas ofensivas y de partidos ganados. Y llega anímicamente tocado, con una situación que provoca que sea obligado que los tres puntos queden en casa. De una parte está la necesidad de los rojiblancos. Por otra, la obligación. Y también podemos añadir la lógica, aunque esta temporada pocas veces se confirmó en el caso del Sporting. Es la causa de los deméritos propios.
Esta semana tiene algo de especial. El míster dio un toque de atención tras el suceso de Murcia, para que los jugadores empiecen a dar la medida de sus posibilidades. También hubo almuerzo en forma de terapia de grupo y ahora todos los miembros del vestuario parecen decididos a reconducir la situación con mejor humor. Incluso los que no juegan, los que están fuera de los principales planes del técnico de Humanes y hasta los que viven anclados en la protesta y la disculpa. La prueba del sábado será clave para apreciar cómo está la identificación de los componentes de la plantilla con el proyecto de la entidad y el timón que lleva Sandoval. Se va a juntar el querer, el saber y el poder para que los puntos queden en casa, que ya es hora. Los señores futbolistas tienen la palabra.