La repercusión social que tiene el Sporting no se descubre con un simple desplazamiento como el del sábado a Ponferrada. El significado que tiene para la ciudad y para la región no es nuevo. Viene esto a colación porque recibo una llamada del ex concejal Aladino Cordero, quien ya lleva 30 años o más apartado de la política, al sentirse aludido por una interpretación a un escrito hecho en este blog hace cinco años, sobre las obras de aquella época en El Molinón.
En aquella ocasión hice referencia a la atrocidad, según mi opinión personal, que la corporación de los años 80 decidió para remodelar el campo municipal gijonés, con vistas a ser una de las sedes del Mundial 82. Aún se conserva un proyecto de los hermanos Miranda, una preciosa bombonera, pero el Ayuntamiento optó por un campo de siete alturas y alguna zona ciega. La arquitecta municipal María del Mar Benito fue la encargada del proyecto que se utilizó. El motivo parece ser que fue debido a las limitaciones económicas que había en aquella época o que se asignaban a este capítulo.
Si alguien interpretó que había intereses personales en esta historia lo hizo de forma errónea, porque en ningún momento se hizo alusión a la existencia cosas raras, como las que abundan en estos tiempos. Incluso dice el señor Cordero que su mujer empleó numerosas horas de forma desinteresada en numerosas remodelaciones para concluir su trabajo. No seré yo quien ponga su palabra en duda.
La opinión que no cambia es que no se haya escogido en su momento el proyecto más adecuado, pero los que tomaron la decisión fueron los políticos de aquella primera época de la democracia, de los que la mayoría no eran amigos del fútbol y daban la sensación de no conocer el sentimiento que propagaba el sportinguismo. Los argumentos empleados se refieren a la utilización de los dineros públicos, sin más.
Algo pareció ocurrió a la anterior corporación, cuando ‘picó’ de forma incauta con una empresa que no hizo nada, que costó mucho dinero rescindir su contrato y que provocó retrasos en una obra de la que parte tuvo que asumir el Sporting para que se acabara. Sin embargo, al final
Todos quieren colgarse las medallas y dejarse ver en los palcos que tienen una gran proyección. No me extrañaría que el actual presidente del Principado que rescindió el contrato de colaboración con el Sporting de forma unilateral, haga acto de presencia el día que su Real Madrid venga a El Molinón.
Antes de que el equipo ‘merengue’ venga a Gijón hay que volver a Primera y, para eso, es preciso hacer méritos. Lo primero que hace falta es ganar en Ponferrada, donde una gran Mareona respaldará a los ‘artistas’ rojiblancos.
Ese es el verdadero aval del sportinguismo. Los políticos suelen mirar más para sus obligos. Salvo excepciones, porque sería injusto meter en ese redil de egoísmos a Tini Areces, Paz Fernández Felgueroso o, mientras no se demuestre lo contrario, también a Carmen Moriyón, en la medida que le toca.