Después de haber digerido el segundo fracaso consecutivo, el Sporting ya puso en marcha la planificación de la próxima temporada, con una necesidad de cambiar demasiadas cosas. Todo ello debe p’repararse este año con una base económica excesivamente reducida.
El final de campaña resultó tenso, tanto en el aspecto social, como en algunas cuestiones de funcionamiento interno. Son las consecuencias de los malos resultados y del desarrollo inesperado de una competición en la que se había hecho un esfuerzo para preparar un equipo con aspiraciones de ascenso. Algunos jugadores se tiraron del barco, otros no dieron la talla, la mayoría ofreció un tono de irregularidad y algunos se inhibieron totalmente. Son cuestiones que los encargados de la planificación no tuvieron en cuenta, pero que deberían servir de experiencia para no volver a tropezar en las mismas piedras. Para ellos también será una prueba de fuego.
Ahora toca atarse el cinturón y hacer una plantilla con carácter, que es la principal carencia que tiene el Sporting en la actualidad. De momento, llegan López Garai, Hugo Fraile y Alberto, más la gente del filial, pendientes aún de dos o tres contrataciones más de cierto nivel.
Sandoval asume las riendas para empezar una temporada en la que la exigencia va a ser el ascenso, aunque el míster quiera que en el vestuario no se hable de este asunto hasta las últimas jornadas. El entrenador tiene una experiencia de ascenso con el Rayo, que intentará repetir en Gijón, con una pretemporada similar a la que en su momento diseñó en Vallecas. La diferencia es que en Madrid no tenía Mareo y tanto la salida a Segovia, como la de Pozoblanco, son innecesarias y sólo provocarán desgaste, calor y un cansancio que no es el que se busca en una pretemporada. De todas formas, la responsabilidad principal es de los que diseñan los planes, pero también de quienes los permiten. Que acierten.