Los vínculos entre el Sporting y el Ayuntamiento tuvieron épocas de perfecto entendimiento. En los años 60, el alcalde de la ciudad era directivo de oficio. Con los cambios estructurales a partir de 1975 se perdió el cargo, por iniciativa del representante municipal.
Un caso curioso fue el del empresario CarlosMéndez Cuervo, presidente entre 1968 y 1972, cargo que compartía con el de teniente de alcalde en el Ayuntamiento. Bajo su mandato se cubrió el campo de El Molinón al completo, se puso la iluminación artificial y se edificó la ‘tribunona’.
Con el paso del tiempo, las circunstancias cambiaron y no siempre los alcaldes tenían debilidades por el Sporting. Con José Manuel Palacio resultó difícil lograr la remodelación del campo para poder acoger una fase de un Mundial. La repercusión fue sobresaliente, porque Gijón fue un referente con la estancia de la Alemania de Rummenigge, además de pasar a la historia por el timo con Austria.
En los años 90, el entendimiento entre el Ayuntamiento y el club rojiblanco mejoró a la hora de buscar ayudas y soluciones. En 1992, cuando Plácido Rodríguez Guerrero era incapaz de lograr el capital social para la transformación obligada del club en SAD, Vicente Álvarez Areces, alcalde en aquella época, quien también había figurado como directivo con Ramón Muñoz, aglutinó el dinero necesario con empresarios de Gijón para evitar que el Sporting se fuera a Segunda División B. Paz Fernández Felgueroso solucionó un problema grave en 2001 con la compra de las instalaciones de Mareo y las marcas, como fundamental fue el nuevo respaldo de Álvarez Areces desde el Principado con avales. Tal vez estas operaciones, con las circunstancias actuales, serían más discutibles para llevarlas a efecto.
En la actualidad, las relaciones institucionales del Sporting son sólo correctas. El Principado, tras la llegada de Javier Fernández a la presidencia, cortó el convenio de colaboración de forma unilateral, sin que se hubieran registrado más contactos. En el Ayuntamiento hubo algunos hechos sonrojantes, como la broma de Montes Estrada con una insignia en un pleno o la frase soez de José Ramón Tuero sobre lo que le interesaba el Sporting, por lo que hubo que asumir una parte del coste de las obras en El Molinón. Hay más historias ‘cariñosas’ de otros ediles que hubo en esta ciudad.
Aunque las relaciones económicas del Sporting con el Ayuntamiento están al día, parece haber surgido en la Plaza Mayor una corriente para usar al club con aparentes fines electoralistas. En la última intervención de la alcaldesa se vio un discurso populista y contradictorio. La competencia de la señora Moriyón también se suma para pedir la última auditoría, porque ahora preocupa la situación financiera del club. Es extraño, porque a la anterior junta de accionistas no fue ningún representante del Ayuntamiento para pedir explicaciones y los datos que entonces tal vez no preocupaban.
Nadie duda del sportinguismo de los ediles gijoneses, quienes tendrán la ocasión de sacar el recibo en el mercado de invierno, para presumir mejor de su equipo, lo que no quita para decir que la gestión de los últimos años en el Sporting es decepcionante, con la necesidad de introducir cambios urgentes en la política de gestión.
Está claro que el Ayuntamiento no tiene obligación de ayudar al Sporting, pero sería recomendable que el club no fuera utilizado para fines partidistas ante una primavera con urnas.