La visita del Leganés a Gijón obliga a Abelardo y sus auxiliares a incentivar la mentalización de sus jugadores. Si ante rivales de la zona alta no hace falta avisar a los futbolistas, ante uno de los equipos de la zona media baja de la clasificación, cuyo objetivo es luchar por eludir el descenso, es preciso insistir en que el Sporting debe afrontar el encuentro como si fuera una final.

Sobre el papel, el conjunto ‘pepinero’ es un rival para ganar sin agobios. Esa es la teoría. Se trata de un equipo recién ascendido, con un presupuesto sensiblemente inferior al del club rojiblanco, menos calidad teórica que la plantilla del Sporting y una trayectoria que lo sitúa como víctima propiciatoria de este encuentro.

Con el Leganés llegan cuatro jugadores que tuvieron un pasado por los filiales rojiblancos, pero ninguno fue tenido en cuenta por los técnicos, ni siquiera se añoró su marcha. Son los casos del portero Dani Barrio, del interior Sergio Prendes y de los delanteros Borja Lázaro y Carlos Álvarez. Este último es el único que tuvo la fortuna de jugar 28 minutos en un partido con el primer equipo del Sporting. Sólo hubo alguna duda con Sergio Prendes, después de recuperarse de una grave lesión de rodilla y otro amago en su etapa en el Marino.

El partido ante el Leganés seguro que encerrará dificultades para el Sporting, por el estilo de juego de los madrileños, que es un equipo aguerrido, pegajoso y de juego directo. Es una fórmula que exige una gran concentración en el juego, sin ninguna confianza. En este aspecto, la grada jugará una baza importante. Con más cartas en la mano será menos complicado ganar la partida, que permitiría al Sporting seguir en el pelotón de los privilegiados. Por otro lado, un triunfo desahogado facilitará la presencia en el campo de jugadores que hasta ahora fueron poco vistos, pero que tienen un futuro prometedor, como son Rachid y Carlos Castro.