Se acaba un año complicado para el Sporting. En el balance de los últimos doce meses figuran muy pocos aspectos con un resultado poco agradable. La excepción es la trayectoria deportiva más reciente y los perennes frutos que da Mareo.
En el plano deportivo, 2014 fue un año que no empezó bien, con una polémica derrota ante el Zaragoza. Siguió con los bandazos de Sandoval, con poco margen para que Abelardo rectificase el rosario de desatinos del técnico humanero. Así se afrontó un verano de incertidumbre, en el que sólo las salidas de Canella y Scepovic significaron una ayuda a la problemática situación financiera. Las dudas de agosto se evaporaron con los buenos resultados. Empezar el nuevo año en puesto de ascenso directo es lo más esperanzador que ahora tiene el Sporting.
En el aspecto económico, en abril se destapó a través de EL COMERCIO lo que iba a suceder si no se lograba el ascenso. Las consecuencias arrastradas y el desfase en el desarrollo de los últimos presupuestos dejaron a la entidad en una situación muy peligrosa. La única solución es el traspaso de poderes a un grupo que esté en disposición de afrontar la deuda que gira en torno a 40 millones de euros, pendiente de ajustes para rebajarla. Eso dicen las voces autorizadas de la planta noble.
En el aspecto social, los acontecimientos derivaron en una ruptura, que parece que sólo podrá soldarse con el traspaso del control del club. En el balance de las estadísticas, las lesiones más graves fueron las de Hugo Fraile y Álvaro Bustos. Y en el plano luctuoso, en 2015 se registraron los fallecimientos de los ex jugadores Ángel Herrero, Pascual y Herrero II y el ex consejero Alejandro Fernández-Nespral.
Con lo expuesto a vuela pluma, 2014 fue un año triste, que obliga a hacer un profundo análisis de una situación demasiado complicada. Deportivamente hay motivos para pensar en el futuro con un moderado optimismo, para que la trayectoria se mantenga, conscientes de que queda un tramo bastante largo y enrevesado. Las segundas vueltas son las más complicadas y los rivales más directos tienen en marcha sesiones para reforzarse, alternativa que el Sporting no tiene.
La problemática social tiene pinta de reducirse cuando el Sporting tenga un nuevo dueño, que es de lo que también depende la situación económica. En los dos últimos meses, Javier Fernández atendió los posibles compradores del paquete accionarial de su familia. El vicepresidente está decepcionado, porque no supo elegir la fórmula correcta de negociar. Cuando tenía encauzado un acuerdo con el empresario gallego Luis Pereira, cayó hipnotizado por las promesas del que llama ‘grupo inglés’, que en realidad es un alemán vinculado a las apuestas deportivas. La decepción está basada en un engaño inaceptable que ahora provoca tensión e incertidumbre.
Dadas las circunstancias, la estrategia negociadora cambia. Antes, Javier Fernández esperaba al comprador. Ahora tiene que buscarlo, por una evidente necesidad. El grupo americano de Reygadas está ahí, pero no tiene prisa. La delegación suiza de Pereira se siente menospreciada por haber quedado en la estacada. Por estos motivos, ahora los planteamientos serán distintos.
Así llega el nuevo año, con la necesidad de encontrar un dueño con dinero y, por supuesto, que esté dispuesto a ponerlo. Eso es lo que urge. Luego, tiempo habrá a tomar medidas para aportar sensatez al caótico organigrama del club, pero mientras no se produzca, la preocupación es mayúscula. Ojalá 2015 sea más feliz para el Sporting y para el sportinguismo.