El partido que el Sporting disputó en Zaragoza dejó varias lecturas, de las que se pueden sacar conclusiones de todo tipo.
En el plano puramente deportivo, el debut de Meré fue muy esperanzador y pasará a la historia de los más jóvenes que llegaron al primer equipo. También la presencia de Rachid fue un dato a tener en cuenta. El argelino dejó muestras de que puede ser titular par cubrir la función que está vacante por la ausencia obligada de Nacho Cases.
Otro aspecto es el caso arbitral. Llueve sobre mojado. Tres jornadas consecutivas con penaltis no señalados a favor, un problema que se repite con demasiada frecuencia esta temporada. Da la sensación de que hay alguna mano negra en contra del Sporting. Argumentar lo contrario, que es lo que suele hacerse desde las altas esferas del organismo arbitral, es complicado.
En Zaragoza, el manchego Mayor Mayordomo, que tiene otros episodios tristes de precedentes con el Sporting, tuvo la habilidad de no ver lo que sucedió, como la ‘zamorana’ del lateral Fernández que impidió el remate de Guerrero, y de ver lo que no ocurrió, el supuesto manotazo de Álex Menéndez al extremo local Pedro.
El penalti de La Romareda se suma a los de Pamplona, con derribo a Pablo Pérez y mano de un defensa, al que no se señaló en el área del Barcelona B, por manos de un zaguero, y otros tantos más. El más descardo fue el de Santander a Ndi. Esto es lo que se llama luchar contra los elementos.
En Zaragoza, la afición maña estuvo presionando al árbitro desde el pitido inicial. Fue una postura de la grada que influyó en el desarrollo del partido y en las decisiones del colegiado. En El Molinón, la grada se desgasta con otras protestas. El sábado llega el Alavés, en una línea ascendente y con aspiraciones de reengancharse con los puestos de play off.
El Sporting necesita ganar. Los empates son balsámicos en determinadas situaciones, pero ahora hay que sumar de tres en tres. Es la forma de pensar en luchar por el ascenso directo. La visita de los vitorianos es una final, en la que se necesita que El Molinón sea juna olla a presión, que deben notar, por cauces deportivos, los rivales y el árbitro, aunque el que viene es de los llamados halcones, con quien el Sporting no tiene buenas experiencias. En cualquier caso, este tipo de situaciones no son entrenables, ni dependen de uno. Por eso hay que pensar en las fuerzas propias para buscar la victoria. No hay otra.