Pasó otro colista por El Molinón, pero con aire de aspirante a meterse en la Champions. Primero fue el Granada, al que se le pensaba ganar sin bajar del autocar. Ahora le tocó el turno al Levante, con un plan parecido. Los dos casos acabaron en decepción para los rojiblancos, por exceso de confianza y falta de actitud, algo que no debe permitirse en un equipo profesional.
El Levante, que llegaba con unas estadísticas propias de la senda del descenso, se presentó en Gijón con un ánimo de seriedad, intensidad, entrega y disciplina, todo lo contrario que los gijoneses, que presentaron una actitud impropia de un conjunto de Primera.
La alineación presentada por Abelardo no era la más lógica. La presencia de Hugo Fraile en la banda derecha no dio ningún resultado. Este futbolista desapareció después de una grave lesión y ahora no tiene potencial para jugar en Primera. El centro del campo, sin Sergio, reduce ostensiblemente su potencial, además de tener en cuenta que los laterales están en un momento que sorprende, pero de forma negativa. Lora perdió rapidez y es desbordable, sin que aporte seguridad en su zona. Canella está desconocido. Dio un bajón increíble desde que el club se negó a traspasarlo al Villarreal cuando José Ángel se fue al Roma. En el primer gol saltó encogido y sin oposición a Navarro en el remate. Un defensa no puede ser tan blando y tan débil.
En el encuentro contra los levantinos, hasta los centrales estuvieron por debajo de sus posibilidades. Luis Hernández estuvo en dos goles del rival, con poses para los despejes fallidos, en lugar de ser práctico, como supo hacerlo otras veces.
Que Ndi haya estado en la grada es una situación muy extraña que ni Abelardo sabe explicar coherentemente. El camerunés tiene un sector del vestuario en contra y el míster da imagen de tratar de ser contemporizador, con apariencia de mando, aunque la realidad ofrezca otra panorámica. Es un futbolista que están en un peldaño superior al de media convocatoria frente al Levante. Otro caso extraño es Carmona, quien desapareció de la noche a la mañana de las convocatorias, si bien conviene matizar que no es ninguna estrella.
El Sporting se complicó solo, después de un inicio de competición muy esperanzador. Ahora hay tiempo para arreglarlo, pero sin pararse a contemporizar, ni a utilizar disculpas o tópicos, como buscar atenuantes en que se jugó bien ante el Levante, con la diferencia de que un equipo fue efectivo y otro, no. Hay que empezase a ponerse la pilas y Abelardo es quien tiene la llave para empezar.