En el partido contra el Mirandés, el Sporting ofreció la última alegría. En este encuentro se apreció que Carlos Castro, a sus 19 años, ya es una realidad. El chaval de Ujo marcó dos goles que sirvieron para encauzar el partido, el primero, y para desatascar las complicaciones, el segundo. En el fútbol, a los goles que proporcionan ventajas en los partidos se les da más valor.

Al margen de los goles de Castro, el ritmo inicial del partido fue espectacular en el equipo gijonés. La presión ofensiva de la banda izquierda con Isma López y Jony o las exquisiteces de Ndi fueron aspectos que marcaron la diferencia, además de la seguridad defensiva. En cualquier caso, mantener una intensidad muy alta los 90 minutos es complicado, sin olvidar que los rivales también juegan. De todas formas, el Sporting demostró tener un equipo equilibrado, que sabe reaccionar en momentos complicados, con un grupo de jugadores jóvenes, técnicamente bien dotados y con una ilusión especial que se les escapa a otros rivales.

En el grupo de Segunda, el Betis, Las Palmas o el Valladolid parecen dar más imagen de equipos potentes, pero en el fútbol vale lo que se demuestra sobre el tapete, no las teorías. Por esa regla de tres, el Sporting hubiera ascendido en la pasada temporada o en la anterior. En la campaña actual, uno de los equipos que partía como favorito para luchar por el ascenso es Osasuna, pero los navarros están más cerca del descenso que de la promoción, que ya casi les resulta inalcanzable.

El Sporting tiene ahora dos partidos complicados, ante rivales directos en la lucha por el ascenso. Es lógico que haya respeto al Valladolid, un rival con gente más experta, pero seguro que en Pucela tienen un recelo especial de los chavales que el sábado vestirán de rojiblanco. Todo será posible.