Los ecos de la derrota del Sporting en Valladolid ya es agua muy pasada. El marcador contundente no responde a las buenas ideas que el equipo gijonés enseñó en Zorrilla. Se pagaron muy caras algunas lagunas que tuvieron los rojiblancos en la falta de contundencia, tanto en defensa, como en ataque. Es una cuestión de acierto, con una gran parte del equipo con escasa experiencia, lo que no siempre se contrarresta con la buena calidad.
Ahora llega a El Molinón el líder de la categoría, que en la primera vuelta logró empate contra los rojiblancos. En el citado partido tuvo una intervención decisiva del árbitro leonés Valdés Aller, quien expulsó de forma injusta a Juan Muñiz y concedió el empate canario tras una mano de Araújo. En cualquier caso, el encuentro del próximo domingo será otra historia distinta, aunque el recelo que produce el colegiado designado tiene motivos. En Santander, un clamoroso penalti a Ndi no señalado por el andaluz López Amaya impidió la victoria gijonesa. Fue una falta tan espectacular que el Comité de Competición anuló la tarjeta que mostró al camerunés por ‘simular una falta’. Ese, entre otros datos, que se le podrían apuntar como errores que están anotados en la numerosa lista de perjuicios sufridos por el Sporting en lo que va de temporada.
Las cosas se están complicando para el trabajo de Abelardo. Las lesiones en puestos importantes están empezando a minar a un equipo con una plantilla muy corta, por lo que todos los jugadores ahora son más importantes. Todos estos detalles pueden tener su análisis, pero la realidad es que el domingo hay un partido importante contra la Unión Deportiva Las Palmas, un rival que, aunque es el que más puntuación acumula, también da muestras de irregularidad.
El Molinón va a jugar una baza importante. Si la presión de la grada se demuestra los 90 minutos, sin excepciones, todo es posible. Este Sporting tiene motivos para que su afición esté esperanzada.