El Sporting necesitaba ganar en Lugo y consiguió su objetivo. Parecía que había escogido el camino de la comodidad, pero acabó sufriendo, como parece habitual. Influyó, una vez más, la incompetencia de un árbitro con imagen de prepotencia, pero es algo que parece incorporado al fútbol de Segunda.
En el Ángel Carro, el equipo gijonés hizo un excelente primer tiempo, con una imagen a la altura de las circunstancias. Después tuvo un cuarto de hora en el que le afectó el penalti señalado por Ocón, para desconcertarse en la última fase del partido. En el tramo final, al Sporting le faltó serenarse, además de haber cerrado mejor las bandas. Abelardo optó por reforzar el centro, lo que fue insuficiente, aunque lo que vale es el resultado.
El Girona tuvo en el Mini Estadi la fortuna que le concedió un rival bisoño, para aprovechar las facilidades y seguir en el segundo puesto al que también aspira el Sporting y, algo más lejano, el Valladolid. Quedan cinco jornadas decisivas en las que los rojiblancos confían en acertar todo y que el Girona tenga un tropiezo.
De momento, el primer escollo del Sporting es el Racing. Los cántabros llegan en puestos de descenso, lo que le convierte en un rival peligroso. El secreto es la intensidad y no dar concesiones. Atrás, el conjunto gijonés es el más fuerte del grupo. Si adelante acierta lo suficiente, el objetivo es rentabilizarlo. La línea es buena y las ilusiones se mantienen.
Un triunfo sobre el Racing en el partido del sábado provocará presión en el Girona, que el domingo recibe al Zaragoza, que necesita puntuar para alejarse de la Ponferradina en busca de consolidarse en las posiciones de play off. Fácil no va a ser, pero para nadie.